Melancolía, sombra infame que se posa en el alma

Oh, melancolía, sombra infame que se posa en el alma, cuchillo invisible que no mata, pero desangra. Eres la ingrata soledad que acaricia con garras, que enmudece la razón mientras el alma llora.
Ser invisible, un eco perdido en el vacío de otros ojos, anhelando apenas una caricia efímera, unas palabras leves. Pero solo el silencio responde, ese silencio pesado que se cuela entre las grietas del corazón herido.
Melancolía, viajera incansable al pasado, cobijas recuerdos con un tamiz engañoso, un placebo que consuela y atormenta a partes iguales. El alma, inocente y pura, se pierde en el espejismo, incapaz de recordar sin dolerse.
Y en la soledad de la noche, el pensamiento vaga, reconstruye la juventud que no está perdida, sino simplemente ida, como el río cuyas aguas abrazaste. ¡Ah, insensato!, esas aguas no volverán, pues nunca el mismo río te acariciará dos veces.
Alma cansada, mochila de pesares a cuestas, ¿es el destino quien te redime, o el peso quien te libera? La respuesta se oculta en el susurro de la noche, en el eco del dolor que se hace oración.
Melancolía, enfermedad que marchita en vida, que enreda la soledad en los hilos del alma. Vivimos en tiempos de palabras huecas, de una comunicación que suena y no resuena.
¿Qué conversaciones sostienen nuestras almas? ¿De qué hablamos con aquellos que amamos? Bajo la máscara de la vida, dictada por patrones absurdos, ¿dónde escondemos al alma, esa esencia que grita, que desde el abismo inmoral clama por ser oída?
Clama desde el abismo inmoral que nos envuelve, alza su voz buscando la libertad de expresar su tristeza, de mostrar sin máscaras su pesar más profundo. Implora un gesto de ternura, un roce de humanidad que la escuche. Ansía aquello que el ser humano tiene en sus manos pero niega entregar, amor.
Al final, amor, solo amor será la ofrenda que cruce con nosotros el río de la vida hacia ese eterno no retorno. Qué enfermedad tan cruel es la melancolía, que en vida convierte la tristeza en sombra, y al alma en un suspiro que agoniza sin descanso.
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