Un día como hoy

Un día como hoy no deja de ser un grito a la esperanza, al silencio añorado y soltar la fantasía, a navegar por mundos insospechados.

Un día como hoy no es más que la realidad de la rutina, en la que los buenos sentimientos son ahogados por una sociedad inhumana que los ahoga en sus alcantarillas.

Un día como hoy debería ser un día para romper cadenas, esas que nos atan a lugares donde no deseamos estar. Cadenas roídas por el óxido del desazón, la infelicidad, la agresividad social, y la simple incomodidad del alma.

Yo, que soy persona no creyente en dioses humanos, ni en las promesas de gobernantes sin escrúpulos, creo que sin probar y que sin poder probar, algo nos impulsa en esta vida a rechazar lo que a veces consideramos injusto en nuestras ilusiones. Esas cadenas que nos atan a la sociedad con ideas preconcebidas, con modos y situaciones hipócritas. Cadenas que nos convierten en zombis de unos modelos de sociedad con los cuales te revelas.

A veces creo que no nací en el lugar ni en el tiempo adecuado. ¿Cuál sería ese tiempo? Francamente, no lo sé.

Un día como hoy debería ser un renacer.

Enero de 2017.